8 de noviembre de 2007

¡Renúevate Renovación!


Dios nos ha hablado de muchas y distintas maneras sobre un reavivamiento inminente en la Renovación Carismática. Nos ha dado señales de que la “Renovación Carismática está impregnada de renovación”.

Hoy, como ayer, Dios sigue hablando a nuestros corazones para levantarnos de cualquier postración espiritual y para corregir nuestra visión y sentimientos, dirigiéndolos a la esencia de Su gracia. Hoy, como ayer, el Señor habla con misericordia a aquellos que escoge favorablemente para hacerse conocido y para “hacerlos partícipes de la naturaleza divina” (ver 2 Pe. 1, 4).

Y aunque ve “buenas intenciones” en nuestra superficialidad espiritual y en nuestro activismo religioso, nos dice: “Pero tengo contra ti que has perdido tu amor de antes. Date cuenta, pues, de dónde has caído, arrepiéntete y vuelve a tu amor primero” (Ap. 2, 3-5). Quizás deseemos preguntar: “¿Cuáles son, Señor, las obras que hice al principio y de las que me he olvidado? Y, ¿qué pasa con todas las actividades que hago por ti hoy. No son prueba también de mi amor por Ti?” Si escuchamos con humildad al Señor, le oiremos recordándonos entre otras cosas:

  1. Su primera llamada a nuestras vidas es a estar con Él y no a hacer cosas por Él.

  2. Que nuestra vida de oración personal es un asunto de amor y no puede “intercambiarse” por cualquier actividad, incluso una “carismática”;

  3. La alabanza, que es un signo distintivo de la Renovación Carismática, se limita hoy a unas cuantas canciones y a un ruido colectivo “carismático” en el grupo de oración;

  4. Nos conducimos demasiado por el “don” (¡oh error!) de la “suposición”. “Suponemos” que todos conocen bastante sobre el Espíritu Santo, el Bautismo en el Espíritu y los dones y frutos del Espíritu Santo;

  5. Nuestro ego, que “supuestamente” ha sido destronado por el Señorío de Jesucristo, desea reinar otra vez. “Es lo que yo quiero”, “Yo puedo tener”, “Yo te ordeno”, “Yo tengo discernimiento”, Yo decido”;

  6. ¿Fuente de santificación? ¿Vidas transformadas radicalmente? ¿Amor por las personas? ¿Celo por la salvación de las almas? ¿Se notan estas cosas entre nosotros?; 7. ¿Es su organización efectiva, eficiente, notable? O ¿existe una preocupación superficial sobre la presencia de los carismas como base de cada ministerio?

Purificación


Dios nos ha hablado de muchas y distintas maneras sobre un avivamiento inminente en la Renovación Carismática. Nos ha dado señales de que la “Renovación Carismática está impregnada de renovación”. Ha hablado -a través del Papa, la Iglesia, el pueblo-diciendo que estamos implicados en un proceso privilegiado -con heridas abiertas, dolor, decepciones, desviaciones, barreras, crisis... pero también con madurez, con redirección, volviendo al primer amor, a un nuevo despertar del coraje profético-un coraje profético que nos permite tocar nuestras heridas y desperezarnos de nuestro letargo espiritual, de nuestra dependencia de una “carismaticidad” meramente emotiva y lejos de intentar justificar las divisiones dentro de la RCC.


Una de las características de cualquier avivamiento es la purificación. Cada despertar espiritual está siempre precedido de un “camino de purgación” doloroso. De ahí la necesidad del coraje profético para dejar que todo lo que está “pudriéndose” o “creciendo de manera desordenada” sea reconocido, porque estas cosas ciertamente no nos hacen populares, aceptados o encuentran aprobación. Es necesario que cada uno de nosotros seamos lo suficientemente valientes para evitar los errores -los nuestros y los de los otros-y dejar que el Señor tome posesión del Señorío, en todas nuestras actividades que son realmente suyas.


¡Más de ti, Señor!
Éste es el momento. Ésta es la visión: volver al primer amor, volver a las obras quehacíamos al principio, dejar que Dios sea más y nosotros menos. Renunciar a nuestros planes particulares, abriéndonos dócilmente a los cambios queel Espíritu Santo quiere hacer en nuestros proyectos. Morir para ser resucitados.


Ofrezcamos “verdes pastos y aguas tranquilas” para las ovejas queel Señor ponga en nuestro camino, fieles en preservar nuestra identidad, en buscar la comunión y en cumplir nuestra misión. “Anhelemos las aguas vivas del Espíritu”... para preservar nuestra identidad y carismas y abrazar con valentía el Apostolado de Pentecostés, haciendo que “el Espíritu Santo sea conocido y amado en nuestra época que tiene tanta hambre de esperanza” (Juan Pablo II). Escuchen la súplica de Juan Pablo en las Vísperas de Pentecostés de 2004: “Espero quela espiritualidad de Pentecostés se extienda por la Iglesia como un incentivo renovado a la oración, la santidad, la comunión y la proclamación... Y proclamen con poder la salvación queviene de Jesucristo, el Señor”.


Concluyendo 40 años
El momento es ahora. Alabemos al Señor por la gracia recibida, arrepintámonos por las gracias que hemos dejado de aceptar y volvamos no en tiempo o espacio, ni incluso como si echáramos de menos algo; sino volvamos al Señor. Busquémosle y encontrémosle de todo corazón (ver Jer. 29, 13). “Cuando busques al Señor, se te hará presente”.


Volvamos al primer amor y a las obras que hicimos al principio, antes de que el Señor “venga y quite la lámpara de su lugar, a menos quete arrepiéntas”.


Se valiente, Renovación Carismática, el Señor viene ante nosotros con Su Espíritu.

Reinaldo Beserra Dos Reis

Suplemento del Boletín del ICCRS

Vol. XIII, Número 1, Enero-Febrero de 2007