El 15 de octubre los católicos recordamos a Santa Teresa de Jesús (o Santa Teresa de Ávila), una mujer de carácter que nos enseñó a orar y nos abrió su corazón contándonos su experiencia mística y dándonos tips para los que queremos abrirnos a la oración contemplativa y aspiramos a la unión con Dios.
En la escuela de Convivencias aprovechamos la doctrina de las Moradas y la experiencia de Santa Teresa para ir escalando la vida mística. Teresa nació el 25 de marzo de 1515 y murió el 4 de octubre de 1582 y es contemporánea de Felipe Neri, el gran santo pentecostal.
El carisma de las lenguas (o don de lenguas) es un carisma que a veces es mal entendido, aún por los mismos carismáticos. El P. Alberto Ibañez se tomó el trabajo de escribir 5 libros sobre el asunto para darnos a entender que este don no es algo nuevo ni raro en la Iglesia Católica (algo que a lo mejor asombrará a tu vecino pentecostal) sino que muchos santos lo han experimentado aunque no le han dado este nombre. Obviamente Santa Teresa experimentó una oración muy similar a la glosolalia. Lo mejor del don de lenguas es que podemos aprovecharlo para abirnos más y más a la experiencia mística.
Aquí les transcribo un pedacito del libro del PA, espero que lo disfruten pero que, sobre todo se abran a las mismas experiencias que tuvo Santa Teresa.
La Mística Doctora
P. Alberto Ibañez, S.J.
(Fragmento del libro Lenguas II. Su historia. pp. 170-175)
Por su parte, santa Teresa, después de hablar sobre el don de lágrimas, dice:
"Entre estas cosas penosas y sabrosas juntamente da nuestro Señor al alma algunas veces unos júbilos y oración extraña, que no sabe entender qué es (...) Es, a mi parecer, una unión grande de las potencias, sino que las deja nuestro Señor con libertad para que gocen de este gozo, y a los sentidos lo mismo, sin entender qué es lo que gozan y cómo lo gozan.Parece esto algarabía, y cierto pasa así, que es un gozo tan excesivo del alma, que no querría gozarle a solas, sino decirlo a todos para que la ayudasen a alabar a nuestro Señor, que aquí va todo su movimiento. ¡Oh, qué de fiestas haría y qué de muestras, si pudiese, para que todos entendiesen su gozo! Parece que se ha hallado a sí, y que, como el padre del hijo pródigo, querría convidar a todos y hacer grandes fiestas, por ver su alma en puesto que no puede dudar que está en seguridad, al menos por entonces.Y tengo para mí que es con razón; porque tanto gozo interior de lo muy íntimo del alma, y con tanta paz, y que todo su contento provoca a alabanzas de Dios, no es posible darle el demonio. Es harto, estando con este gran ímpetu de alegría, que calle y pueda disimular, y no poco penoso. Esto debía sentir San Francisco, cuando le toparon los ladrones, que andaba por el campo dando voces y les dijo que era pregonero del gran Rey, y otros santos que se van a los desiertos por poder pregonar lo que San Francisco estas alabanzas de su Dios.Yo conocí uno llamado fray Pedro de Alcántara que creo lo es, según fue su vida, que hacía esto mismo, y le tenían por loco los que alguna vez le oyeron.¡Oh, qué buena locura, hermanas, si nos la diese Dios a todas!" (Moradas VI, 10-11).
Claro que no todo lo que ella está diciendo sobre la oración de quietud vale para la glosolalia (don de lenguas): ésta es sólo un fenómeno concomitante, como las lágrimas u otros dones especiales; la cosa es que S. Teresa lo experimentó y supone que es buena. Más abajo prosigue:
"Se les ve muy claramente que salen aquellas alabanzas de lo interior del alma.Muchas veces, querría, hermanas, hicieseis esto, que una que comienza despierta a las demás. ¿En qué mejor se puede emplear vuestra lengua cuando estéis juntas que en alabanzas de Dios, pues tenemos tanto por qué se las dar? Plega a Su Majestad que muchas veces nos dé esta oración, pues es tan segura y gananciosa; que adquirirla no podremos, porque es cosa muy sobrenatural; y acaece durar un día, y anda el alma como uno que ha bebido mucho, mas no tanto que esté enajenado de los sentidos." (Moradas VI, 12)
Aunque me gusta aplicar a la glosolalia el nombre de algarabía, que con frecuencia santa Teresa aplica a un hablar que no se entiende, debo confesar que la frase "parece esto algarabía" más probablemente se refiere, igual que en otro pasaje de sus escritos, a la explicación que ella misma ha dado; como si dijera: "aunque parezca absurdo pasa así".
La oración en lenguas no siempre es oración mística, pero no la excluye.