13 de agosto de 2008

¡Mujeres admirables!


Últimamente he pensado mucho en la gran cantidad de mujeres solteras -laicas- que están involucradas en actividades apostólicas ¡Por lo menos conozco a 20! Creo que Jesús tiene una relación especial con todas ellas y que místicamente es el Esposo de cada una.

Alguno podría pensar equivocadamente que dedican tiempo al Reino porque no tienen novio o esposo (casi todas rondan los 30 años) ¡Eso no es suficiente para explicar su pasión y su entrega por la causa de Jesús! ¡Eso no es suficiente para explicar su entusiasmo y su sonrisa aún en medio de sufrimientos y soledades! De seguro que hay muchas que esperan pacientemente a que Dios les mande un buen hombre, pero hay que pensar que tal hombre tendría que ser agradecido y conciente de no merecer el regalo de una compañera apasionada por Jesús ¿¡Cómo no cuidar, amar y servir a una compañera así!? ¿¡Cómo no cantar de agradecimiento todos los días!?

A mi me tocó ese regalo hace 4 años: mi esposa, antes de enamorarse de mí, estaba enamorada profundamente de Jesús y sé que no merezco su amor y su compañía ¡todo ha sido gracia de Dios! A veces pienso que más me vale tratarla bien y amarla con todo mi ser porque antes de ser mi esposa, Elsy fue una de las "favoritas de Jesús".

Pienso en mis hermanas de la Comunidad de Convivencias: sobre todo en las dedicadas con voto de castidad. Pienso también en las amigas solteras que conozco y que ofrecen parte de su tiempo -o todo su tiempo libre- a Jesús, sirviéndole mediante el Curso Alpha o en las Convivencias con Dios. Cuántas otras son humildes catequistas parroquiales. Para todas ellas mi reconocimiento y mi agradecimiento. Ellas son como las mujeres que acompañaron a Jesús camino a la cruz y fueron las primeras en verle resucitado, la liturgia bizantina les llama las miróforas -portadoras de perfume- porque fueron al sepulcro a buscar el cuerpo de Jesús para embalsamarlo llevando perfumes.

Hay que orar por ellas, pedirle al Señor que las guíe, que les colme cada anhelo legítimo. Algunas sufren de soledad, oremos por ellas y démosle gracias a Dios si conocemos a alguna mirófora y si amas a Dios y eres soltero pídele al Señor que conozcas a una que te enseñe a amar y que llegue a ser tu esposa.

Termino con unas palabras del P. Cantalamessa:

Siempre ha surgido la cuestión de cómo es que las «piadosas mujeres» son las primeras en ver al Resucitado y a ellas se les dé la misión de anunciarlo a los apóstoles. Éste era el modo más seguro de hacer la resurrección poco creíble. El testimonio de una mujer no tenía peso alguno. Tal vez por este motivo ninguna mujer aparece en el largo elenco de quienes han visto al Resucitado, según el relato de Pablo (1 Co 15, 5-8). Los propios apóstoles, respecto a las primeras, tomaron las palabras de las mujeres como «un desatino» completamente femenino y no las creyeron (Lc 24, 11).

La respuesta la dio anticipadamente Jesús, cuando contestando a Simón, dijo acerca de la pecadora que le había lavado y besado los pies: «¡Ha amado mucho!» (Lc 7, 47). Las mujeres habían seguido a Jesús por Él mismo, por gratitud del bien de Él recibido, no por la esperanza de hacer carrera después. A ellas no se les habían prometido «doce tronos», ni ellas habían pedido sentarse a su derecha y a su izquierda en su reino. Le seguían, está escrito, «para servirle» (Lc 8, 3; Mt 27, 55); eran las únicas, después de María, su Madre, en haber asimilado el espíritu del Evangelio. Habían seguido las razones del corazón y éstas no les habían engañado.

Postdata y Dedicatoria: A Elsy, a Gaby, a Sylvana, a Barbie, a Claudia, a Ma Elena y a Valeria (todas ellas de México). A Jessica, a Karen y a Tricia (las 3 hablan inglés y 2 español). A Alejandra (de Vida Nueva) y a Alejandra (de la Viña). A las dedicadas de Monte Tabor (Bettiana y Tere), a Sylvia (al pie del cañón), a Anita Grimmy y a Claudia (Todas ellas del Cono Sur y de la Comunidad de Convivencias). Y a todas las que no me acuerdo por ahora: ¡MUCHAS GRACIAS POR SER UNA GRAN BENDICIÓN EN MI VIDA!