20 de julio de 2009

La Biblia es para los católicos


DIEZ SUGERENCIAS PARA ACERCARSE A LA BIBLIA
Mary Elizabeth Sperry
Associate Director for Utilization of the New American Bible.


La Biblia nos rodea. La gente oye las lecturas de la Sagrada Escritura en la iglesia. Tenemos leyes que toman su nombre de la historia del “buen samaritano” (Lucas 10), damos la bienvenida a casa al “hijo pródigo” (Lucas 15) y buscamos la “Tierra Prometida” (Éxodo 3, Hebreos 11). Algunos pasajes bíblicos se han convertido en refranes y expresiones populares, tales como “Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos” (Mateo 7, 12), “No robarás” (Éxodo 20, 15), “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 22, 39).


El católico de hoy está llamado a una lectura inteligente y espiritual de la Biblia.


A continuación se ofrecen diez sugerencias para una lectura fructífera de la Sagrada Escritura.


1. Leer la Biblia sí es para los católicos. La Iglesia alienta a los católicos a que hagan la lectura de la Biblia parte de su vida diaria de oración. Al leer estas palabras inspiradas, las personas profundizan en su relación con Dios y llegan a entender su lugar en la comunidad de aquellos que Dios ha llamado para sí.

2. Orar al principio y al final. Leer la Biblia no es como leer una novela o un libro de historia. Deberíamos comenzar con una oración pidiendo al Espíritu Santo que abra nuestro corazón y nuestra mente a la Palabra de Dios. La lectura de la Sagrada Escritura debería terminar también con una oración para que esta Palabra dé fruto en nuestra vida, ayudándonos a ser personas más santas y más fieles.

3. ¡Entérese de toda la historia! Al escoger una Biblia, busque una edición católica. La edición católica incluye la lista completa de los libros que la Iglesia considera sagrados, así como introducciones y notas para comprender el texto. La edición católica incluye una nota de imprimatur en el reverso de la página del título. El imprimatur indica que el libro está libre de errores doctrinales según la enseñanza católica.

4. La Biblia no es un libro; es una biblioteca. La Biblia es una colección de 73 libros escritos en el curso de muchos siglos. Los libros incluyen historia de los reyes, profecías, poesía, cartas que retan a nuevas comunidades de creyentes en dificultades, y relatos de la predicación y la pasión de Jesús transmitida por parte de los creyentes. El conocimiento del género literario del libro que se está leyendo le ayudará a entender las herramientas literarias que usa el autor y el significado que éste trata de transmitir.

5. Sepa qué es la Biblia —y también lo que no es. La Biblia es el relato de la relación de Dios con el pueblo que Él ha escogido para sí. No está escrita para ser leída como un libro de historia, ni de ciencia, ni como un manifiesto político. En la Biblia, Dios nos enseña aquellas verdades que necesitamos para el bien de nuestra salvación.

6. La suma es mayor que las partes. Lea la Biblia en su contexto. Lo que sucede antes y después—incluso en otros libros—nos ayuda a entender el verdadero significado del texto.

7. Lo antiguo tiene relación con lo nuevo. El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento se iluminan el uno al otro. Aunque leamos el Antiguo Testamento a la luz de la muerte y resurrección de Cristo, éste tiene también su valor propio. Juntos, estos testamentos nos ayudan a entender el plan de Dios para la humanidad.

8. No están leyendo solos. Al leer y reflexionar sobre la Sagrada Escritura, los católicos se unen a aquellos hombres y mujeres fieles que han tomado en serio la Palabra de Dios y la han puesto en práctica en su vida. Leemos la Biblia en la tradición de la Iglesia para beneficiarnos de la santidad y sabiduría de todos los fieles..

9. ¿Qué me está diciendo Dios? La Biblia no se dirige sólo a gente que murió hace mucho tiempo en un lugar lejano. También se dirige a cada uno de nosotros en sus propias circunstancias. Cuando leemos, debemos entender lo que dice el texto y cómo han entendido los fieles su significado en el pasado. A la luz de este entendimiento, entonces nos preguntamos: ¿qué me dice Dios a mí?

10. Leer no es suficiente. Si la Sagrada Escritura se queda sólo en palabras en una página, nuestra tarea no ha terminado. Necesitamos meditar sobre el mensaje y ponerlo en práctica en nuestra vida. Sólo entonces puede la palabra ser “viva y eficaz” (Hebreos 4,12).