16 de octubre de 2007

Amistades espirituales y la "Cuarta Misión"


La Comunidad de Convivencias está llamada por Dios para dialogar con el mundo de hoy, pero no para renunciar a nuestro mensaje y a la solidez de nuestra doctrina, sino para poder presentárselas en dosis digeribles para nuestros amigos posmodernos.

La Iglesia en estos tiempos está estimulando a los agentes de pastoral y, en general, a todo cristiano, a animarse al diálogo con las culturas. Este punto, hasta ahora, dentro de la Renovación Carismática y en la Comunidad de Convivencias no lo hemos desarrollado mucho; muchísimos miembros de la Comunidad ni están concientizados sobre ese tema. A todo cristiano como testigo de Cristo le toca dar testimonio de nuestra fe, nuestra vida, nuestras convicciones a ese mundo que nos mira desde fuera y que, fácilmente, no nos comprende o nos desprecia. Ese mundo, para nosotros hoy, tiene el nombre de Posmodernismo, que generalmente viene bajo la caricatura de New Age, mentalismo, esoterismo, medicina alternativa, yoga, todo eso que es una bolsa de gatos y en la cual muchísimos carismáticos (de los que están bien arriba como los que recién dan los primeros pasos) sacan uñas y dientes y dicen que todo eso es diabólico.

Creo que la cuarta misión que la Comunidad de Convivencias recibe de Dios para este tiempo es aprender a dialogar con ese Posmodernismo. Es decir, como dice el folleto sobre posmodernismo de la Convivencia con Pedro: hay cosas con las cuales no podemos transar, son cosas esencialmente contrarias a la fe cristiana: panteísmo, reencarnación, indiferentismo de decir que todas las religiones sirven para el fin de que uno esté bien, entonces cada cual la elige como quiere. Ese indiferentismo tampoco puede ser aceptado. Pero frente a millones de católicos, bien o mal informados, que enseñan y estudian esas disciplinas posmodernas en nuestras parroquias, Universidades, Colegios, yo no tengo ganas de perder mi tiempo en pelear. Si, tras que somos pocos, nos ponemos a pelear entre nosotros, cada vez seremos menos. Claro está que eso no significa que tenemos que defender lo que la cultura posmoderna plantea. No.


Dialogar significa primero comprender de qué se trata, para poder dilucidar los aspectos positivos y negativos; y en la medida de lo posible, conceder todo lo que podamos encontrar en común. Ese es el diálogo que, en este tiempo lleva al ecumenismo, al acercamiento con la cultura actual. Ese pequeño esfuerzo nos pone después en condiciones de poder dialogar de hermano a hermano con esos católicos que defienden esas doctrinas un poquito escabrosas y que mezclan lo verdadero con sentimentalismos y opiniones que, ellos mismos, hoy las tiene y mañana las descartan y, por eso, tampoco tiene inconveniente de que el otro las acepte, cada cual piensa lo que quiere.

La Renovación Carismática Católica también es posmoderna, hemos nacido en este tiempo, de modo que tenemos un montón de actitudes y enfoques que pueden ser comprensibles para ellos y que nos permiten a nosotros comprender su punto de vista. Después que los hemos comprendido, tendremos que ir ayudándolos a retocar los excesos e incoherencias que se mezclan en su doctrina, porque al tener esa mentalidad tan flexible no les importa sumar cosas contradictorias.

Esa es la humanidad a la cual nosotros tenemos que llevar el mensaje de Cristo, ésos son los posmodernos que ahora tenemos; entre los jóvenes hay infinidad; entre los adultos, muchos tiene pinceladas, cosas más o menos discutibles. Pero junto con esos elementos discutibles, ellos están muy disponibles para escuchar nuestro mensaje; por ejemplo, cuando les hablamos de Espíritu Santo nos escuchan con mucho interés, sólo que para ellos el Espíritu Santo es una cosa vaga y que no han acabado nunca de precisar: cuando nosotros se lo presentamos se alegran de poder precisarlo. Acerca de la autoayuda, todo lo que nosotros les decimos de sanación interior les interesa muchísimo, porque se dan cuenta que nosotros aprovechamos algunos de sus elementos pero que tenemos un recurso espiritual muy superior: nos centramos en Cristo, no en nuestras meras fuerzas psicológicas. Y así respecto de otros muchos puntos

La Comunidad de Convivencias está llamada por Dios para dialogar con el mundo de hoy, pero no para renunciar a nuestro mensaje y a la solidez de nuestra doctrina, sino para poder presentárselas en dosis digeribles para ellos, de tal manera que puedan ir encontrando las gracias místicas, la profundidad de la revelación cristiana y llenarse de vida nueva y encontrar que ellos también pueden volverse evangelizadores del mundo posmoderno en el cual el Señor nos ha colocado.

P. Alberto Ibañez, S.J.