27 de abril de 2009

¡Preparate para el segundo fin de semana!


"Antes de usar marque para activar"
Si todos lo "obtuviéramos" sería diferente: en lugar de tímidos seríamos audaces, vigorosos en lugar de anémicos, fascinados en lugar de aburridos. Compare a los apóstoles antes y después de Pentecostés y verá la diferencia que hace el Espíritu.

Cuando era adolescente pensaba que el clero debía hacer todo. Los laicos fuimos llamados únicamente a rezar, pagar y obedecer. Ah sí, y guardar los mandamientos, por supuesto (los 10 originales parecen bastante abrumadores). Entonces descubrí el Sermón de la Montaña y casi me desmayo.

Quizá esta sea la razón por la que muchos católicos inactivos están tan resentidos de su educación católica. Para ellos la religión significa frustración, fracaso y culpabilidad. De alguna forma, ellos y yo, perdimos las buenas noticias acerca de Pentecostés. Está bien, los católicos celebramos Pentecostés cada año y en la clase de Confirmación oímos mencionar algo, pero muchos de nosotros -evidentemente- no lo "obtenemos".

Si todos lo "obtuviéramos" sería diferente: en lugar de tímidos seríamos audaces, vigorosos en lugar de anémicos, fascinados en lugar de aburridos. Compare a los apóstoles antes y después de Pentecostés y verá la diferencia que hace el Espíritu.

El Evangelio es buena noticia no sólo porque vamos al cielo, sino porque hemos sido facultados para convertirnos en nuevas personas, aquí y ahora. El Concilio Vaticano II insistió en que cada uno de nosotros está llamado a las alturas de la santidad (Lumen gentium, en el capítulo V), y no por fuerza de voluntad, claro está, sino por el poder Espíritu Santo. La santidad consiste en la fe, la esperanza, y, sobre todo, el amor divino. Estas son "virtudes", literalmente "poderes", dados por el Espíritu. Si para colmo están desactivados, el Espíritu nos da siete dones para ayudar a la fe, la esperanza y el amor, por eso es posible para nosotros vivir una vida carismática y sobrenatural. Algunos piensan que esto es sólo para unos pocos elegidos, "los místicos." Tomás de Aquino enseña, por el contrario, que los dones de Isaías 11, 1-3 (sabiduría, conocimiento, entendimiento, de consejo, piedad, fortaleza, y el temor de la Señor), forman parte del equipamiento dado en el bautismo, por lo tanto todos estamos llamados a ser "místicos."

También el Concilio Vaticano II enseña que cada cristiano tiene una vocación de servicio. Tenemos el poder para ello también. El Espíritu distribuye otros regalos, llamados "carismas". Estos, enseña Santo Tomás, nos son dados no tanto para nuestra propia santificación sino para el servicio a los demás. No existe una lista exhaustiva de los carismas, aunque San Pablo menciona algunos de ellos (I Corintios 12,7-10, Ro 12,6-8) que van desde las lenguas hasta el carisma del matrimonio cristiano (1 Cor 7,7). Los carismas no están ligados a los pastores, sino que se dan directamente por el Espíritu a través del bautismo y la confirmación, o a veces incluso fuera de los sacramentos (Hch 10,44-48).

¿Sueno muy "pentecostal"? Eso es porque pertenezco a la Iglesia Pentecostal más grande en el mundo [La Iglesia Católica]. Hay que corregir la errónea noción de que los carismas son sólo para la iglesia del tiempo de los apóstoles, Vaticano II dijo lo siguiente: "Además, el mismo Espíritu Santo no solamente santifica y dirige al Pueblo de Dios por los Sacramentos y los ministerios y lo enriquece con las virtudes, sino que "distribuye sus dones a cada uno según quiere" (1Cor., 12,11), reparte entre los fieles de cualquier condición incluso gracias especiales, con que los dispone y prepara para realizar variedad de obras y de oficios provechosos para la renovación y una más amplia edificación de la Iglesia según aquellas palabras: "A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad" (1Cor., 12,7). Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más sencillos y comunes, por el hecho de que son muy conformes y útiles a las necesidades de la Iglesia, hay que recibirlos con agradecimiento y consuelo."(LG12). Regalos poderosos, dados libremente a todos: suena como una receta para producir el caos. Pero el Señor también impartió a los Apóstoles y a sus sucesores un carisma unificador de liderazgo. El papel de la ordenación no es que los ordenados hagan todo ellos mismos. Más bien, se trata de discernir, pastorear, y coordinar los carismas de los laicos a fin de que maduren y trabajen juntos para la mayor gloria de Dios (LG 30).

Entonces, ¿qué pasa si alguien como usted o como yo no lo "obtuvo" cuando se confirmó? Tengo buenas noticias para usted: Usted realmente recibió al Espíritu y sus dones. ¿Alguna vez ha recibido una nueva tarjeta de crédito con una pegatina que dice "Antes de usar, llame para activar"? El Espíritu y sus dones actúan de la misma manera: usted tiene que llamar y activarlos. Hacerlo hoy y todos los días, y sobre todo cada vez que asista a la Misa porque cada celebración sacramental, es un nuevo Pentecostés, donde el Espíritu y sus dones se derraman de nuevo (Catecismo 739, 1106). Esa es la razón por la que la vida cristiana es una aventura: siempre habrá nuevas sorpresas del Espíritu.

Marcelino D'Ambrosio, Ph.D.
Título Original: The Holy Spirit and his gifts.
Trad.: Convivencias con Dios México / Carlos Alberto Jardón