30 de septiembre de 2013

Llevar Su nombre a todos los rincones y a todas las naciones es nuestra misión

Para el Espíritu Santo no hay día ocasión ni condición, derrama su poder y su gloria donde más lo necesitamos, podemos pedirle siempre que nos ilumine, que sea la guía de nuestro camino, que nos permita llevar la luz de Cristo a cualquier lugar. ¿No fuiste a SanLunes? Nos acompañó David Dorado, con su música y su testimonio. "Para todo aquel que lo busca de corazón, Jesús se hace el encontradizo". Ven, hermano, no te alejes. Te esperamos HOY EN LA NOCHE 7:30 PM. 


Cada lunes quizás tenemos diversas actividades, en general mucho trabajo, el tránsito, la casa, los pequeños, si algún lunes anterior no pudimos asistir también nos sentimos lejos de casa, de nuestra familia espiritual, pero no por eso dejemos que el ánimo decaiga; aunque sabemos que existen otras cosas que no dan paz a nuestro corazón, siempre está la posibilidad de volver a nuestro Padre, y en arrepentimiento, Él perdona nuestros pecados, porque su amor es infinitamente misericordioso. 

Además estamos llamados a la santidad, a hacer siempre su voluntad, para ello podemos preguntarnos en cada situación que se nos presente  ¿qué haría Cristo en mi lugar? Y así, tomar decisiones que nos lleven a su encuentro.

David Dorado lo hizo al compartirnos su testimonio de vida, nos contó cómo tomó la decisión de dedicarle su vida y su voz a Cristo, nos dimos cuenta que el camino a Dios tiene diferentes vertientes, que está en nosotros la libertad de ir por cualquier vereda o, una vez que escuchamos su voz seguirlo y amarlo.



Porque Dios siempre nos llama y nos pide que estemos junto a Él, que abandonemos todo, trabajo, casa, familia y sólo lo sigamos, nos llama también a hacer su voluntad y a alabarle siempre y en todo lugar. Nos enseñó el mandamiento más importante: amarnos los unos a los otros como Él nos ama, y entonces, llevar su nombre a todos los rincones y a todas las naciones es nuestra misión, compartirlo con chicos y grandes, en poblados lejanos y en grandes ciudades, en momentos de gran alegría y en profunda tristeza.


Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense! 
Que todos los conozcan a ustedes como personas bondadosas. El Señor está cerca.
 No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también.
Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús.

Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza. 
Sigan practicando lo que les enseñé y las instrucciones que les di, lo que me oyeron decir y lo que me vieron hacer: háganlo así y el Dios de paz estará con ustedes. 

(Filp 4, 4-9)